miércoles, 12 de noviembre de 2014

Los zapatos de azúcar


(Zapatos cortesía de Ana. ¡¡Muchas gracias!!)

Había una vez, en un lejano país, una princesa que no tenía zapatos. Estaba triste y un poco desesperanzada, pero un día, al pasar por una pastelería, vió unos preciosos zapatos y decidió comprarlos.

 Tan pronto como los tuvo en sus manos se dio cuenta de que eran mágicos: encogían y se estiraban para que ella pudiera ponérselos. ¡¡¡Estaba tan feliz!!!



Anduvo con ellos un poco. A pesar de tener un gran tacón, eran tremedamente cómodos y la sentaban de maravilla. Pero, mientras paseaba, el terrible dragón que vivía en las montañas de su país se abalanzó sobre ella y los robó.

Ahora estaba muy triste. Pero, como casi todas las cosas de esta vida, esto también tuvo solución.: un maravilloso príncipe apareció sobre en corcel (caballo) precioso y le preguntó qué le pasaba. Cuando ella le contó lo que había sucedido, él no dudó ni un segundo en ir a rescatar los preciosos zapatos de la princesa descalza.

Y así lo hizo. Tras una dura batalla con el temible dragón, el príncipe se alzó con la victoria y devolvió los zapatos a la bella princesa, que ya no iba descalza.

Ella se enamoró locamente (ya sabéis, como en las pelis) de ese apuesto y gallardo hombre.

Pero... él no.

Esas cosas pasan, y son terribles, pero aún más cuando la causa es un enorme grano que le había salido a la princesa en la nariz. El príncipe ni siquiera se planteó ser su novio (¡petardo!) por ese punto que afeaba a la preciosa princesa.

Pero... ya sabéis: todas las cosas tienen solución y, como por arte de magia, con un pequeño bisturí aparecido de la nada, la princesa consiguió cortarse el grano. Su belleza maravillosa deslumbró a aquel príncipe.


Y...

Tenemos dos posibles finales:

1) Se casaron, vivieron felices y comieron perdices.

o

2) La princesa se dio cuenta de que alguien que no podía ver lo bella que era (por dentro, que es donde realmente se encuentran las cosas más bonitas de las personas) no merecía amarla, así que rechazó amablemente su oferta de matrimonio y siguió disfrutando de sus preciosos zapatos con una feliz sonrisa en la boca.

Y colorín, colorado... este cuento los de primer ciclo se han inventado.

TÚ, ¿CUAL PREFIERES?
(Puedes ponerlo en "comentarios". También puedes añadir más finales, si te apetece)

4 comentarios:

  1. Sin duda, elegimos la segunda. El cuento mola.

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  2. Muchas gracias por tu comentario. ¡Nos encanta que participéis!

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  3. El segundo sin pensarlo, menudo príncipe más superficial. Un cuento tan chulo como los zapatos.

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  4. Muchas gracias por el comentario. Un saludo

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